Incluso los que nunca han estado en un campamento scout saben que sentarse alrededor de una hoguera, cantar canciones y asar malvaviscos es una parte esencial de toda la experiencia scout. Sin embargo, lo que la mayoría de vosotros quizá no se haya planteado es cómo se apaga la hoguera una vez que se han cantado todas las canciones y se han consumido los malvaviscos. Pues bien, ahora, gracias al director John Smith, se ha desvelado otro misterio del mundo scout, con Brad Fitt literalmente arrojado a las llamas.
Por supuesto, no estamos precisamente convencidos de que ésta sea la forma más eficaz de controlar el fuego; pero apenas tenemos un momento para recuperar el aliento antes de que nuestras mentes se distraigan por completo con el regreso de Darryl Declan, Bryan Roico y Sven Laarson a la casa de campo cercana, para quienes toda esta actividad al aire libre ha dejado un claro zumbido de excitación en el aire. Ni que decir tiene que no pasa mucho tiempo antes de que los tres chicos salgan de sus uniformes y se den un festín con la espléndida variedad de pollas que se les ofrece, sin duda animados por la aparición de la varita de gran tamaño de Declan, que sabes que va a ser el centro de toda la febril atención posterior.
Y esto lo demuestra, con el carnoso músculo del amor sin cortar dando a Roico y Laarson un duro entrenamiento, para gran satisfacción de ambos, todo hay que decirlo. La exhibición de celo primitivo es una visita obligada para cualquiera que disfrute viendo a tíos cachondos en acción, al igual que la visión de los tres follándose mutuamente con una plétora de semen reprimido. En resumen, una actuación de primera que te hará temblar más rápido de lo que crees