Tras una emocionante recapitulación de los acontecimientos de El Ultimátum de Porne, la saga de Chason Porne continúa mientras busca su identidad. El segundo volumen comienza con un senador no identificado que ofrece a uno de sus ayudantes de confianza un merecido descanso. Se trata de Devin Moss con un gallo monstruoso contratado como recompensa. A partir de ahí, la trama se complica.
Mientras un ayudante sorbe café mientras trabaja en su ordenador, entra un senador (el apuesto DJ militar de Active Duty) y anuncia que tiene un regalo para su esforzado ayudante (el Spencer de Active Duty). En la habitación contigua hay un truco (Devin Moss), ya desnudo y duro en la cama, luciendo una polla muy gruesa de 25 cm. Sin que lo sepa el senador (y posiblemente los tres), una cámara oculta graba cada lamida, chupada y penetración. El senador y su ayudante se abalanzan sobre la polla de su turno como si fuera el mejor caramelo de Halloween de su bolsa. Pasan a un círculo de chupadas y rimas antes de que el senador se hunda en el culo de la gran polla y casi le haga llorar. El vídeo capturado pasa nada menos que a la némesis de Porne, Hardstone (el robusto, guapo y colgado Thomas, del Servicio Activo).
Mientras Chason Porne (Kaden Saylor) se cuela en el parque donde se va a reunir con Hardstone, se detiene a hojear el importantísimo libro que ha confiscado y ve una lista de gobernadores, senadores y congresistas… una pieza más en el puzzle que está intentando montar. Explora la zona y se percata de la guardia armada de Hardstone, por lo que se retira apresuradamente hacia su nuevo amigo y amante (Mason Wyler, de la película anterior). Mientras telefonea a Hardstone de camino con el mensaje «No me gusta estar atrapado», se oyen gritos y un coche se aleja a toda velocidad. Chason encuentra el cadáver de su mejor amigo en el suelo de la cocina. Se seca las lágrimas y pide ayuda a su nuevo mejor amigo (el joven doctor Brent Corrigan).