Lo único que más odia el director de la casa es el estado general de suciedad que muestran los residentes. Es como si se hubieran preñado en una pocilga. O tal vez todas las sustancias han afectado a su sentido del olfato: ¡deja que te diga que algunos tíos tienen asuntos apestosos! Normalmente, este problema se soluciona en la primera semana, pero otras veces, los tíos vuelven a caer en los viejos hábitos.
Los dos gilipollas desordenados que compartían la habitación la habían dejado completamente fuera de control: había ropa esparcida por el suelo y por todas partes. No podían ser más diferentes, pero tenían algo en común. El esnob de «Mi papá es rico» era tan desordenado como el antiguo vagabundo. Decidí darles a ambos una lección que resolvería su pequeño problema.
Irrumpí en su habitación y conseguí que empezaran a doblar la ropa, pero después de unas cuantas bofetadas y alguna actitud de respuesta, decidí subir el nivel. Con las dos descamisadas en el suelo, me saqué la polla y conseguí una buena mamada doble de estas dos adolescentes. Al guapo también le escupí. Realmente se merece que le traten como a una mierda.