El joven y cachas Roman Capellini disfruta de una siesta en el barco cuando el rubio intruso Oliver Morgenson cae por la ventana sobre la cama. Sea lo que sea lo que el jovencito estaba soñando, debía de ser bueno, su larga y carnosa polla sin cortar palpita de placer en sus calzoncillos y su nuevo invitado no puede evitar alargar la mano y tocarla.
Como si la repentina llegada de una rubia cachonda y ávida de pollas a la cama de Roman no fuera ya una deliciosa sorpresa, Ben Kingston, el amigo de Oliver, no tarda en entrar por la ventana para unirse a la escena de BoyFun cachondo que se está desarrollando.
Es muy probable que el jovencito colgado se hubiera conformado con una paja después de que el sueño cachondo que estaba teniendo le hinchara esa gran erección, pero ahora tiene dos deliciosas erecciones jóvenes que chupar y sorber mientras sus inesperados invitados le revelan sus apéndices perfectamente rosados para que los complazca amorosamente. Los trabaja con los labios y la lengua de un niño goloso que no tiene suficiente, y entendemos por qué; los chicos tienen unas pollas preciosas, con grandes pelotas colgando y balanceándose mientras él lame y chupa las jugosas puntas.
Comprendiendo claramente lo cachondo que está su nuevo amigo, los dos recién llegados están preparados para turnarse y compensar su intrusión con sus largos desnudos. Ben es el primero en hundir su impresionante erección juvenil entre las nalgas del chico, llenándole el coño de polla caliente mientras Oliver alimenta a Roman con su goteante herramienta por delante.
Una vez terminada una ronda, los chicos se intercambian, y el culo ansioso de Roman está desesperado por la otra polla empapada de saliva. Oliver bombea con fuerza antes de que los dos cambien de sexo otras dos veces, y los chicos se aseguran de sorber abundante precum de la gran polla de Roman mientras se lo follan a pelo entre los dos.
Para cuando el joven Roman está salpicado y pegajoso con sus saladas cargas, está claro que probablemente invitará a estos chicos locales a subir a bordo de nuevo cuando quieran, aunque quizás la próxima vez deberían entrar por la puerta.