Para cualquier observador externo, parece que los jóvenes sacerdotes Ángel López y Johnathan Strake son todo lo devotos que se puede ser: leen las Escrituras y rezan a diario. Sin embargo, si se mira más de cerca, uno se da cuenta de que las tentaciones de la carne son demasiado reales para estos cachondos; cuando la mano de López se pasea por el muslo de su novio, y las dos bellezas abandonan lentamente su culto a lo divino en favor de una adoración más carnal. Para algunos, por supuesto, esto constituye un sacrilegio de un estado sagrado. Para el resto de nosotros, sin embargo, no se puede negar que la visión de dos jovencitos hambrientos de polla codiciándose mutuamente tiene casi un toque divino; especialmente cuando López se quita finalmente los pantalones para que Strake pueda engullir la gruesa y carnosa carne que anida en su interior. Un acto que el propio López está muy dispuesto y ansioso por repetir, antes de volver los ojos al culo de su compañero, al que rápidamente somete. Para cuando el español está finalmente enterrado hasta los cojones de su compañero checo, es muy probable que hayas olvidado por completo las connotaciones teológicas de la escena. De todos modos, te encantará ver a López aplastando el agujero de Strake (¡un poco antes de tiempo!); antes de volver a ponerse rígido casi de inmediato para que Strake pueda cabalgar dicha barra como una puta. Y cuando faltan pocos minutos para una nueva tunda bíblica, López pone punto final a la acción extrayendo una segunda carga (aunque más pequeña); ¡antes de que un último beso pegajoso marque la conclusión de un acto de adoración verdaderamente inolvidable!
