Cualquiera que pensara alguna vez que Ennio Guardi era sólo un benigno dios de los músculos verá ciertamente cuestionadas sus presunciones al comienzo de este siniestro encuentro con Yuri Adamov. Desaparece la habitual actitud sonriente y despreocupada del tipo, sustituida por una figura aterradora y calculadora, que pronto secuestra a Adamov a plena luz del día y arrastra al chico inconsciente por el bosque hasta un almacén en desuso.
Allí, el joven es sometido a un calvario bastante aterrador, que rápidamente le lleva a cagar, algo que claramente le gusta a Guardi, que pronto se masturba en agradecimiento antes de embestir con su furiosa erección la garganta de su víctima Es en este punto, por supuesto, cuando probablemente esperarías que el joven ruso opusiera más resistencia. En cambio, Adamov parece disfrutar con el tormento que le lanzan, que incluye que le metan la polla y le retuerzan las pelotas. Pero el verdadero placer del joven sólo comienza cuando consigue sentarse sobre la polla de su agresor, montándose a horcajadas en el mástil de Guardi como un profesional y jadeando de alegría mientras lo hace.
Esto, en todo caso, sólo parece animar aún más al semental, ya que Guardi sigue penetrando al chico desde diversas posiciones, lo que acaba provocando que la polla de Adamov estalle violentamente en todas direcciones. Guardi concluye su asunto escupiendo sobre la cara inocente del chico, untando su pelo con un fino rocío de mugre, ¡y concluyendo así la completa humillación de Adamov! h
