Pueden ser cachondos de cojones, pero algunas escenas tienen un punto de previsibilidad que sin duda resta diversión al aficionado. Sin embargo, no esa fantástica escapada entre Beno Eker y Colin Horner. Porque aunque un primer vistazo podría hacerte pensar que la escena está preparada para que otro jovencito flacucho reciba una paliza de un jovencito guapo y musculoso, lo que sigue es algo diferente. De hecho, Eker aguanta muy bien durante la primera parte de la acción, cuando los dos colegas se turnan para devorarse mutuamente sus carnosos rabos sin cortar, en un momento dado simultáneamente. Pero es en la segunda mitad de la actuación cuando las cosas dan un giro inesperado, con Eker afirmando su papel de dominante, montando primero y follando después a su fornido amigo. Pero ahí no acaba la cosa. Claramente poco dispuestos a disfrutar simplemente de un acoplamiento en misionero estándar, ambos chicos siguen saboreando el tipo de escenario aventurero e imaginativo que no se ve todos los días. No es de extrañar, pues, que los dos chicos lleguen pronto al punto de no retorno; esta vez, colocándose de pies a cabeza para explotar por turnos sus cremosas cargas en la cara del otro. ¡Zorras traviesas!
