Cuando me encontré con este pequeñajo en las calles de Pragues, me dije que tenía que follármelo. No sé si era su aspecto, su encanto natural o su lado twinkish, ¡pero tenía que hacerlo! Así que estiré las entradas para que acabara reuniéndose conmigo en mi habitación de hotel. Como cualquier estudiante, necesitaba dinero, y si nunca había pensado en ser gigoló, hoy no se lo pensó y se convirtió en uno a su pesar.
Le pedí una buena mamada, pero lo que realmente quería era probar su culo. Y no me decepcionó… un buen culo redondo, con un ano apretado que disfruté dilatando con mi sexo.