Rendir homenaje a los muertos puede ser una experiencia sobrecogedora -y es comprensible- pero, como descubre aquí el joven Johny Cruz, también puede ser algo peligroso. Porque es aquí, entre las tumbas y lápidas de un tranquilo suburbio de Praga, donde el chico sufre un asalto no provocado por parte de Benjamin Dunn, que inmediatamente secuestra al joven y lo lleva de vuelta a donde le espera Sam Williams en un edificio abandonado cercano.
Si esto te parece una experiencia un tanto provocativa, casi perturbadora de contemplar, ten por seguro que estás bastante cerca de la realidad; pero (como suele ocurrir con el sexo y la violencia), también es increíblemente estimulante. Una sensación que aumenta rápidamente cuando Williams y Dunn empiezan inmediatamente a disfrutar eróticamente de su cautivo, para satisfacción de Cruz. De hecho, cualquier resistencia que el chico mostrara en los primeros momentos del drama es abandonada rápidamente; la furiosa erección de Cruz sirve como testimonio de su aprecio por la atención no invitada. Y seamos sinceros, la atención es sin duda lo que recibe de los otros dos tipos, que literalmente le arrancan la ropa de la espalda y le obligan a chuparles la polla. No es precisamente fácil de ver, y se vuelve aún más brutal cuando Williams fuerza su polla a metérsela por el culo al chico.
Pero la pieza de resistencia llega cuando Dunn y su cómplice deciden traicionar a su víctima, antes de echarle un chorro de semen ¡y luego mearse en su cara! Algo que el propio Cruz obviamente aprecia, dada su propia eyaculación. En resumen, un espectáculo brutal y duro en todos los sentidos, ¡pero que te agarra por las pelotas y te hace gritar de alegría!
