No hace falta ser un gran experto en psicología para comprender que Kris Blent es un joven con una imaginación deplorable; así que dale a la belleza rubia algo fálico como un plátano y, antes de que te des cuenta, estará ideando un conjunto realmente genial con la provocadora (por no decir irónicamente llamada) «Pinky». Añade a la ecuación a Gareth Grant, mestizo y bien dotado, como hace aquí, ¡y ya tienes los ingredientes de un clásico fantástico! De hecho, sólo con ver al cachondo holandés tumbado entre este par de tíos hambrientos de culos al principio de esta escena, ya es más que suficiente para subrayar el potencial que encierra; y no hace falta decir que no te decepcionará bajo ninguna circunstancia.
Basta con decir que la rabadilla de Blent está en plena forma desde el principio, colocada en todo su esplendor encima de un sofá para que sus dos colegas puedan rodear el apretado culito por todo lo que vale. Por su parte, Pinky y Grant no se contienen: introducen sus lenguas profundamente en la raja y azotan a Blent con frenesí desde el principio. Pero no se puede negar que es el chico rubio quien permanece en el centro de la acción; un punto que sólo se acentúa cuando se le asa enérgicamente en un espetón como a una puta cualquiera.
Sin embargo, Blent nunca sabe dónde trazar la línea, y pronto va más allá: ¡se mete las dos enormes pollas negras por el culo al mismo tiempo, antes de permitirles ansiosamente que le escupan el contenido de sus huevos en la cara! Si eso no hace que te corras, ¡sinceramente no sabemos qué lo hará!
