Lo que Imelda Marcos fue para los zapatos, Nathan Dale lo es para la ropa interior, o al menos eso es lo que parece al principio de esta escena. ¿Alguien ha tenido alguna vez semejante colección de calzoncillos? De hecho, tal es la obsesión del joven por dicha prenda que incluso llega a llamar a los servicios de emergencia para que vengan a ver la colección por sí mismos, lo que, en términos ordinarios, casi con toda seguridad daría lugar a una advertencia de la policía por perder el tiempo Pero, realismo aparte, en esta ocasión concreta, el agente que hace acto de presencia en el apartamento de Dale no es otro que Harry Vakker, que (todo hay que decirlo) está magnífico en uniforme de policía.
En este sentido, la respuesta de Dale es de lo más comprensible: se acerca rápidamente a su visitante y lame literalmente las botas de Vakker para impresionarle, cosa que sin duda consigue con gran estilo Basta con decir que no pasa mucho tiempo antes de que el guapo uniformado responda exactamente como Dale pretendía desde el principio y, después de que cada uno se permita una rápida sesión de felación sobre el otro, los dos tíos no tardan en deleitarse mutuamente con sus pollas al estilo 69.
El clímax de la acción, sin embargo, llega cuando Vakker, que a estas alturas ya está rodeado por el jovencito cachondo, introduce su polla en el culo de Dale, señalando el comienzo de una potente sesión de fornicación hardcore. Es un espectáculo que no te puedes perder, y sólo termina cuando los dos chicos se rozan en un clímax muy pegajoso pero agradecido. En lo que a investigaciones policiales se refiere, ¡es una ganadora definitiva!
