Dado el contexto campestre, quizá sea bastante apropiado que el joven británico Clyde Walton tenga predilección por la música country y del oeste, pero, para ser sinceros, no es el elemento de su personalidad que más atrae a la cabrón checa por excelencia, Ray Mannix. Al descubrir al visitante en el granero local mientras hace una suave interpretación y afila sus herramientas, Mannix subraya inmediatamente su reputación de puta de pollas dirigiéndose a la entrepierna de Walton. Basta con decir que es sólo cuestión de segundos que se arrodille para saborear cada magnífico centímetro que el chico londinense tiene que ofrecer, antes de lamer el culo del visitante con mucha avidez en previsión de una dura follada. Sin embargo, Mannix desea añadir un poco de picante al encuentro y decide llevar a su compañero al éxtasis con un pequeño juego de herramientas de otro tipo: ¡empujando el mango de una lima en su hambrienta raja! Sin embargo, como Mannix es el chico que es, no pasa mucho tiempo antes de que su apetito de acción se apodere de él y fuerce la polla en su sitio, señalando el comienzo de un polvo increíble que casi con toda seguridad te hará tirar de la cremallera para aliviarte. Sin embargo, no pienses ni por un momento que Mannix ha sacado lo mejor de él. Después de haberle dado por el culo a Walton, no tarda en reclamarle un poco de atención; en ese momento, el británico cornudo empuja a Mannix sobre una mesa y martillea al checo con verdadero gusto británico. No es de extrañar que a Mannix se le rompa la polla en un santiamén, ¡antes de que Walton bautice los labios de su compañero con un fajo de semen!